SALMO 41

Por la sobre escritura del salmo podemos saber que su autor es David. A manera de antecedente debemos señalar que David estaba enfermo y sus enemigos abrigaban la esperanza que fuera una enfermedad mortal. Uno de sus más cercanos amigos le había traicionado, y esto añadía dolor a su ya dolorosa situación. El salmo 41 ha sido apropiadamente calificado como el clamor de un enfermo. Desde su lecho de dolor, David da cuatro miradas y en ellas nos deja preciosas lecciones para cada uno de nosotros.

Salmo 41: 1-3 dice: "Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová. Jehová lo guardará, y le dará vida; será bienaventurado en la tierra, y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad."

David dice que es feliz o dichoso quien socorre a un enfermo. La razón para esta declaración es por los beneficios que acarrea el socorrer de cualquier manera a alguien que está enfermo. Tome nota de ellos.

En primer lugar, será librado por Jehová en el día malo. El día malo hace referencia a tiempos de escasez o de persecución o de enfermedad o de prueba de diversa índole.

En segundo lugar, será guardado por Jehová.

En tercer lugar, Jehová le dará vida.

En cuarto lugar, Jehová le hará feliz o dichoso en la tierra.

En quinto lugar, Jehová no le entregará en la mano de su enemigo.

En sexto lugar, Jehová le sustentará sobre el lecho del dolor

En séptimo lugar, Jehová mullirá o hará confortable la cama en que se acueste cuando esté enfermo.

Todos estos son beneficios de los que socorren a los enfermos. Cuando uno disfruta de buena salud, poco se acuerda de los enfermos. Pero enfermos existen a montones. Piense solo entre sus familiares. ¿Cuántos están en el lecho del dolor a causa de una enfermedad o a causa de vejez? ¿Les ha visitado últimamente? ¿Les ha sido de ayuda en alguna manera? ¿Ha ministrado sus necesidades? ¿Ha orado con ellos? ¿Les ha animado con algún pasaje de las Escrituras? Quiera Dios que lo esté haciendo, porque el beneficio no es solo para el que está enfermo, sino principalmente para Ud. porque dice la Biblia que es bienaventurado el que piensa en el enfermo.

Salmo 41: 4 dice: "Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí; sana mi alma, porque contra ti he pecado"

Desde su lecho de Dolor, David se mira a sí mismo, y eleva a Dios una plegaria. Sabiendo que Dios ha prometido bendición a los que socorren a los enfermos, y sabiendo que él había socorrido a los enfermos, clama a Dios por misericordia y por sanidad. La enfermedad que estaba padeciendo David ha sido consecuencia de algún pecado cometido. A veces Dios disciplina con enfermedad el pecado de uno de los suyos. No toda enfermedad es resultado de haber pecado, pero en ocasiones, el pecado puede ser disciplinado por Dios con enfermedad.

Si Ud. está enfermo, clame a Dios desde su lecho de dolor. Pida a Dios que tenga misericordia de Ud. Ruegue a Dios que sane su alma y sane también su cuerpo. Si en su corazón hay pecado no confesado. Reconózcalo ahora mismo, confiéselo a Dios como pecado y apártese de ese pecado. Adicionalmente, si Ud. ha socorrido a los enfermos cuando estuvo sano, Ud. puede reclamar la promesa que Dios ha hecho a todos los que socorren a los enfermos. Si es así, Dios le librará en el día malo, Dios le guardará. Dios le dará vida. Ud. será bienaventurado en la tierra. Ud. no será entregado en mano del enemigo. Dios le sustentará en su lecho de dolor e inclusive Dios hará confortable la cama en la que Ud. se acuesta. Vale la pena socorrer a los enfermos.

Salmo 41: 5-9 dice: "Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando: ¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre? Y si vienen a verme, hablan mentira; su corazón recoge para sí iniquidad, y al salir fuera la divulgan. Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen; contra mí piensan mal, diciendo de mí: cosa pestilencial se ha apoderado de él; y el que cayó en cama no volverá a levantarse. Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar."

Los enemigos de David estaban entusiasmados con la enfermedad de David. Pensaban que la enfermedad era de muerte. El tema de conversación entre ellos no era cuándo se sanará sino ¿cuándo morirá? Ansiosos por verle morir, los enemigos de David enviaban sus emisarios a visitar a David en su lecho de dolor.

Con su ropaje de falsa piedad, los enemigos de David indagaban por su estado de salud y cuando salían mentían exagerando lo que habían visto. Todo esto para excitar a los enemigos de David haciéndoles pensar que el fin de David estaba cerca. Los enemigos se reunían entre ellos para pensar mal de David. Quizá decían: Algún grave pecado debe haber cometido David para que Dios le castigue tan malamente. Por eso, no se va levantar de su lecho de dolor sino que va a morir. Esto es el típico juzgar algo que no se sabe. Cuidado con juzgar a los que están enfermos. Nadie, aparte de Dios y la persona enferma, pueden saber si la enfermedad es el resultado de algún pecado. No cometa el mismo error que cometieron los enemigos de David y que también cometieron los amigos de Job cuando se apresuraron a juzgarlo pensando que había pecado oculto y que por eso estaba enfermo.

Pero había algo que afectó a David sobre manera. Fue saber que uno de sus más cercanos se había alineado con sus enemigos. La traición es como un filo puñal que se clava en la espalda. La traición contra David por un falso amigo, ilustra la traición de Judas Iscariote contra Jesucristo. Interesante que cuando Jesús fue traicionado por Judas Iscariote, Jesús citó este texto de este salmo, pero omitió la parte que dice: en quien yo confiaba. Es decir que Jesús nunca confió en Judas Iscariote, porque Jesús sabía de antemano que él era quien le iba a traicionar.

Al mirar a sus enemigos, David debió haberse sentido tan desanimado, tan desalentado, inclusive desesperado.

Salmo 41: 10-13 dice: "Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar, y les daré el pago. En esto conoceré que te he agradado, que mi enemigo no se huelgue de mí. En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado, y me has hecho estar delante de ti para siempre. Bendito sea Jehová el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y Amén."

Al mirar a otros, inclusive al mirarnos a nosotros mismos, podemos terminar frustrados, pero cuando miramos a Dios, cuánta la diferencia. Dios está en control de la enfermedad. Es necesario mirar a él y como David, rogar por misericordia y sanidad. David, como rey de Israel, tenía planificado llamar a cuentas a sus enemigos una vez que haya sido levantado por Dios de su lecho de dolor. Esto está bien para él como rey y en su tiempo. Nosotros hoy en día, no somos quienes damos el pago a nuestros enemigos. La venganza es de Dios y el se encarga de ello. David termina alabando a Dios en gran manera.

Hemos considerado las cuatro miradas de un enfermo. Hemos aprendido que es altamente beneficioso el socorrer a un enfermo. Hemos aprendido que si la enfermedad es por pecado es necesario reconocer, confesar y apartarnos del pecado. Hemos aprendido que no es bueno juzgar a los enfermos pensando que su enfermedad es por causa de pecado que ellos han cometido y hemos aprendido que Dios está presto para socorrernos en la enfermedad bien sea para sanarnos si esa es su voluntad o para darnos gracia para soportar la enfermedad.

Que Dios nos guíe a ponerlo en práctica.