SALMO 22 (SEGUNDA PARTE)

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el salmo 22. La iglesia primitiva solía llamar a este salmo el quinto evangelio, por cuanto en este salmo se encuentra una profecía que en forma detallada describe la pasión y muerte de nuestro Salvador el Señor Jesucristo. En nuestro estudio bíblico último dijimos que el salmo 22 puede dividirse en dos partes claramente identificables. Los primeros 21 versículos que son un triste lamento y los restantes 10 versículos que son una alegre alabanza. Nos habíamos hecho la pregunta: ¿Por qué estaba David expresando tan triste lamento en la primera parte de este salmo? El salmo 22 nos presenta varias razones para ello. La primera fue porque David se sentía desamparado. La segunda fue porque David se sentía desilusionado. Hasta allí llegamos en nuestro estudio bíblico último.

Retomemos pues el estudio de este salmo a partir del versículo 9.

Salmo 22: 9-11 dice: "Pero tú eres el que me sacó del vientre; el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre. Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayude."

El salmista está bajo enorme presión por la difícil circunstancia que está atravesando. En su angustia recuerda la relación que siempre ha tenido con Dios. Fue Dios quien intervino para que David sea concebido y fue Dios quien intervino para que la madre de David le dé a luz. Fue Dios quien sostuvo a David durante toda su vida, aún desde cuando estaba a los pechos de su madre. Luego David dice algo que a lo mejor nos ha dejado algo perplejos. Dice que fue echado sobre Dios desde antes de nacer. Lo que esta frase significa es que la madre de David encomendó al cuidado de Dios a la criatura que había concebido en su seno. Qué hermoso es cuando los padres cristianos encomiendan a Dios a sus hijos aún antes de que nazcan.

Hace algún tiempo atrás me sorprendió ver a una madre creyente en estado de gravidez que acariciándose su abultado vientre cantaba una hermosa melodía cristiana. Cuando le pregunté por qué lo hacía me dijo que había leído en algún lado que la criatura que una mujer lleva en su seno es sensible a estímulos exteriores como las caricias, el toque, la voz, el amor. Esta madre había encomendado a su criatura a Dios y estaba ocupándose de ella aún antes de que naciera.

Algo parecido habrá sucedido con David. A causa de ello, David podía decir que desde el vientre de su madre, Jehová era su Dios. Hasta aquí todo estaba bien, pero había sucedido algo que hacía pensar a David que Dios se había alejado de él. Esto le desanimó grandemente y está pidiendo que Dios no se aleje de él, porque la angustia está cerca, porque no hay quien le ayude. Si somos honestos, debemos admitir que nosotros también nos hemos sentido como David algunas veces. El desánimo es común al ser humano. Sentirse desanimado no es un problema en sí mismo. El problema viene cuando el desánimo nos controla e impide que hagamos lo que Dios espera de nosotros. Parece que David estaba al borde de esto, pero como veremos más adelante, David no permitió que el desánimo termine por derrotarle. Usted también, no deje que el desánimo acabe con usted. Arriba el ánimo porque Dios está con nosotros.

Tenemos entonces que David expresó su triste lamento porque se sentía desamparado, desilusionado y desanimado.

Salmo 22:12-21 dice: "Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercado. Abrieron sobre mí su boca como león rapaz y rugiente. He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Mas tú Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida. Sálvame de la boca del león, y líbrame de los cuernos de los búfalos"

Bueno, la situación que enfrentó David no podía ser más crítica. En una mezcla de lenguaje figurado y literal, David expresa la gravedad de su situación. ¿Pero sabe una cosa? esta forma de expresar su situación, se aplica a la perfección a lo que Jesucristo experimentó en la cruz del calvario. Es interesante notar que los judíos no conocían la pena de muerte por crucifixión, sin embargo, en este pasaje bíblico, se está describiendo justamente eso. Esto prueba que la Biblia es la palabra de Dios. Lo que describe este pasaje bíblico es exactamente lo que sintió Jesucristo cuando fue clavado a la cruz del calvario. Cuando dice que le han rodeado muchos toros, y le han cercado fuertes toros de Basán, se está refiriendo a los judíos que usando su poder político y económico se confabularon con los romanos para prenderle y crucificarle. Cuando dice que abrieron sobre él su boca como león rapaz y rugiente se está refiriendo a la agresividad con la cual los judíos exigieron a Pilato que le crucifique. Cuando dice que ha sido derramado como aguas, se está refiriendo a su vida que gota a gota se iba acabando cuando estaba sobre el Calvario. Cuando dice que sus huesos se desconyuntaron se está refiriendo al efecto terrible de la cruz sobre los huesos de su cuerpo. Cuando dice que su corazón fue como cera derritiéndose dentro de sus entrañas, se está refiriendo al rápido deterioro de todos sus órganos internos, que culminó con el estallido de su corazón. Cuando dice que se secó su vigor como un tiesto y que su lengua se pegó a su paladar, está hablando de un rápido deterioro de su fortaleza y de la agobiante sed que esto producía. Recuerde que Jesús exclamó en la cruz: Sed tengo. Luego habla de los perros y la cuadrilla de malignos que le han rodeado. Esto es una referencia a los romanos o a los gentiles, quienes se unieron a los judíos para atormentar a Jesús. Fueron ellos quienes horadaron las manos y los pies de nuestro amado Salvador para fijarlo en el madero. Una vez allí colgado, Jesús fue el espectáculo macabro para todos los curiosos. Los huesos sobresalían de su piel al punto que se podía contarlos o identificarlos plenamente. Sin un asomo de lástima, la gente que miraba a Jesús simplemente se limitaba a deleitarse con el espectáculo. Miraban y observaban. Jesús fue desnudado y sobre su ropa se echaron suertes. Ante todo esto, el salmista clama intensamente a Jehová pidiendo ayuda. NO te alejes es su clamor. Apresúrate a socorrerme, fortaleza mía fue su pedido. Jehová oyó el pedido y libró a David y también libró a Jesús. En el caso de Jesús, una vez que murió en la cruz, Jehová le resucitó de entre los muertos. David termina su lamento pidiendo a Dios que le libre de la espada, del poder del perro, de la boca del león y de los cuernos de los búfalos. En esencia, David estaba anhelando la liberación que solo Dios puede dar. Es imposible que un pasaje bíblico como este se nos cruce en el camino sin hacernos estremecer ante los horrores que tuvo que padecer nuestro amado Salvador. Es el Pastor dando su vida por las ovejas. Pero Jesús no murió de la manera descrita para despertar en nosotros lástima únicamente. Jesús murió de la manera descrita para ser nuestro perfecto Salvador. El pecado del mundo demandaba esta clase de muerte. Jesús la pagó con creces.

La gran pregunta es ¿Ha recibido Ud. el beneficio de la muerte de Cristo? Si no lo ha hecho, hoy mismo reciba a Cristo como su personal Salvador y hallará el perdón eterno de sus pecados.