SALMO 6

El pecado no es asunto liviano para un hijo de Dios. No importa qué tipo de pecado, porque todo pecado, desde el más insignificante hasta el más grave atenta contra la santidad de Dios. Que triste es que muchos hijos de Dios tratan ligeramente el pecado en sus vidas. Será útil examinar cómo se sintió el rey David después de haber pecado. Para ello, abra su Biblia en el Salmo 6.

Lo primero que notará es el título del salmo.

Dice así: Al músico principal; en Neginot, sobre Seminit. Salmo de David.

De aquí podemos saber que este salmo debía ser cantado con acompañamiento de cuerdas, porque Neginot significa eso, pero se ha añadido un elemento nuevo. Las instrucciones al músico principal incluyen el hecho que debe ser cantado sobre Seminit. Esta palabra, Seminit significa, octava. Bien podría ser una referencia a un instrumento de ocho cuerdas o simplemente que debía incluirse música en una octava más bajo. También podemos saber que el autor del Salmo es David. Este salmo es el primero de los siete salmos penitenciales del libro de Salmos. En este Salmo, David derrama su corazón delante de Dios al reconocer la gravedad de su propio pecado. Dicho esto, podemos dividir el Salmo 6 en tres partes. La petición realizada en los versículos 1 a 3, la petición repetida, en los versículos 4 a 7 y la petición respondida en los versículos 8 a 10.

Salmo 6: 1-3 dice: "Jehová, no me reprendas en tu enojo, ni me castigues con tu ira. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Mi alma también está muy turbada; y tú Jehová, ¿hasta cuándo?"

Notamos que David habla de reprensión y castigo. Por eso sabemos que debe haber algún pecado que David había cometido. ¿Cuál pecado era? no se sabe con certeza y realmente no hace falta saberlo. Para qué hurgar en la vida pecaminosa de los demás. Dejemos el trabajo sucio a Satanás. A decir verdad, es mejor que la Biblia no nos revele por cuál pecado estaba siendo reprendido y castigado David, porque así podemos saber que todo pecado, cualquiera que sea y por más insignificante que sea siempre tiene su consecuencia.

Gálatas 6:7 dice: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, esto también segará." Esta es una ley de causa y efecto. A una causa que es el pecado, cualquiera que sea, siempre está aparejado un efecto, la consecuencia del pecado. Con Dios no se puede jugar. Puede ser que Ud. haya pecado mucho y hasta ahora no ha pasado nada. Pero eso no significa que nunca va a pasar nada. En algún momento vendrá la consecuencia del pecado.

Un joven se jactaba de que podía acostarse con cualquier mujer que esté dispuesta a hacerlo y que nunca le ha pasado nada, aparte del profundo placer que según él obtenía en cada uno de sus escabrosos encuentros. El tiempo pasó y hoy día es portador del virus de inmunodeficiencia humana, y algún momento engrosará las estadísticas de los muertos por el SIDA. Con Dios no se puede jugar. El pecado es algo muy serio en el incrédulo y peor en el creyente. Consciente de la gravedad de haber cometido pecado, David clama a Dios no para que Dios no le reprenda o no le castigue. La reprensión y el castigo es beneficioso para el pecador. Lo que David pide a Dios es que esa reprensión y ese castigo sean con benevolencia. En realidad está pidiendo misericordia. Recuerde que misericordia es no dar lo que uno merece. David merecía todo el castigo de Dios, pero está rogando que Dios no le dé lo que realmente merece. Lo que pasa es que David había sentido ya la mano de Dios en reprensión sobre su vida. Todo su ser estaba sufriendo la consecuencia del pecado. Su cuerpo había enfermado, al punto que está clamando a Dios por sanidad. La enfermedad era tan grave que no podía sostenerse en pie porque sus huesos estaban temblorosos. Su alma estaba también en angustia. Dice que estaba turbada. Eso significa, sin paz, sin tranquilidad, atormentada. Su espíritu no podía estar bien tampoco. Estaba al borde de perder toda esperanza. Por eso clama a Dios: Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo? Vemos que cuerpo, alma y espíritu estaban padeciendo la consecuencia de pecado. Por eso David pide a Dios clemencia.

El pedido realizado. Si bien es cierto que no toda enfermedad es causa de pecado, es también cierto que el pecado puede ser reprendido o castigado por Dios con enfermedad. De esto nos da amplia evidencia la Biblia. Si Ud. está enfermo, examine su vida. Podría ser que su enfermedad es consecuencia de algún pecado suyo que sólo Ud. y Dios lo saben. Si es así proceda a confesar y a apartarse de su pecado y es muy probable que Dios reprenderá la enfermedad con la cual Ud. está siendo reprendido o castigado.

Salmo 6: 4-7 dice: "Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quien te alabará? Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores."

Bueno, David pidió a Dios clemencia. Ahora está pidiendo liberación del castigo por su pecado. Razón tenía porque había recibido ya bastante. David veía a Dios como si le estuviera dando las espaldas a causa del pecado y dice: Señor, vuélvete, mírame como estoy, libra mi alma. Es el clamor de alguien que reconoce la gravedad de la consecuencia de su pecado. No es que David merecía ser librado de seguir siendo castigado, sino que imploraba a Dios por misericordia. Sálvame por tu misericordia. Ninguno de nosotros merecemos ser perdonados del castigo por el pecado. Si Dios nos perdona es solamente por su misericordia. David se sentía tan mal, físicamente, emocionalmente y espiritualmente, que realmente pensaba que iba a morir muy pronto. Pero no quería morir y dice a Dios. Señor, no permitas que muera, porque si muero no podré hacer memoria de ti porque en el Seol o en el lugar donde están todo los muertos no podré alabarte como lo podría hacer aquí entre los vivientes, si me dieras un tiempo más de vida. Al orar así a Dios, David no está diciendo que el alma del hombre entra a un profundo sueño a partir que el hombre muerte físicamente. La Biblia nos muestra con claridad que el alma y espíritu de los creyentes va al cielo tan pronto el hombre muere físicamente. Lo que David está diciendo es simplemente: Si muero, no podré seguir alabándote junto a los demás seres vivos de la tierra. El pedido de liberación de David se fundamentaba también en cierto modo en que ya había sufrido bastante. Se había consumido a fuerza de gemir, todas las noches lloraba tanto que empapaba su cama con sus lágrimas, sus ojos ya no tenían lágrimas de tanto haber llorado. La última palabra la tiene Dios. Veamos qué es lo que hizo Dios.

Salmo 6: 8-10 dice: "Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi lloro. Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración. Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; se volverán y serán avergonzados de repente."

La oración de David tuvo su efecto. Jehová oyó su llanto, Jehová respondió a su ruego. Jehová libró a David de seguir castigándolo por el pecado. Por tanto, los inicuos que pensaron que no había esperanza para David, deben irse lejos, deben sentirse avergonzados y turbados. Dios premió con liberación del sufrimiento por el pecado a alguien que en arrepentimiento se acercó a él para pedir clemencia.

Si Dios actuó así con David, también puede actuar de la misma manera con Ud. Si Ud. está viviendo la trágica consecuencia de algún pecado en su vida, no se desanime, no piense que ya no hay esperanza para Ud. Dios está dispuestos a librar también a Ud. de sus aflicciones, pero para ello, se necesita que Ud. se presente delante de Dios en humillación como lo hizo David.