SALMO 37 (SEGUNDA PARTE)

Will Rogers solía afirmar que los que vuelan sobre la ira, siempre tienen que hacer un aterrizaje forzoso.

Esto le pasó a un amigo mío hace algunos años atrás. Mi amigo es de baja estatura y de contextura más bien frágil. Sucedió que un día iba manejando su auto por el caótico tráfico de la ciudad de Quito. En algún momento, le sucedió algo que es normal en muchas ciudades Latinoamericanas. Me refiero a que un conductor apurado en otro vehículo haga una arriesgada maniobra para adelantarse. Mi amigo tuvo que casi detener en seco su vehículo para evitar un accidente. Este hecho hizo enojar tanto al amigo mío, que furioso comenzó a perseguir al descuidado conductor que por poco causa un accidente. La persecución duró algunos minutos. Finalmente el conductor que era perseguido llego a su destino y paró su auto. Mi amigo se bajó del suyo, totalmente controlado por la ira. Desde la calle, reclamaba a gritos al conductor imprudente que se aprestaba también a bajar de su vehículo. Cuando este caballero se bajó, mi amigo no sabía donde meterse, porque este conductor era prácticamente un gigante. De hecho parecía una mole como los que practican físico culturismo. Cuando mi amigo reconoció el lío en el que se había metido, trató de huir, pero fue tarde. Recibió tal paliza que apareció con los ojos amoratados al siguiente día. Los que vuelan sobre la ira, siempre tienen que hacer un aterrizaje forzoso.

Para evitar percances como estos, tenemos muchos pasajes bíblicos, y uno de ellos es justamente el salmo 37 del 8 al 15 que será nuestro tema de estudio bíblico para hoy. Cuando un hijo de Dios es ofendido, debe recordar lo que nos dice la Biblia.

Salmo 37:8 dice: "Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo."

Como humanos que somos es natural que experimentemos ira y enojo cuando somos ofendidos de alguna manera. El problema no está en experimentar ira y enojo. El problema está en cómo vamos a actuar cuando tenemos estas emociones. Las alternativas son básicamente dos. La una, es montar en ira y hacer cosas o decir cosas para atacar al que nos ofendió. El resultado de esto bien puede ser algo parecido a lo que le pasó a mi amigo. La otra alternativa es aplicar lo que nos dice este texto. Es decir, reconocer que estamos airados y enojados, pero voluntariamente dejar la ira y desechar el enojo. Quizá Ud. me dirá que no se puede, bueno, yo sé que sí se puede.

Si no se pudiera, Dios jamás nos habría pedido que dejemos la ira y desechemos el enojo. También es necesario no ceder al impulso de nuestra carne a devolver mal por mal. Por eso dice el texto: No te excites en manera alguna a hacer lo malo. Ahora bien, esto de dejar la ira y desechar el enojo no es simplemente el cerrar los ojos a realidad y vivir en un mundo de fantasía. Todo, lo contrario, es abrir bien los ojos y ser muy prácticos. Por eso la Biblia nos presenta algunas razones para dejar la ira y desechar el enojo.

La primera se encuentra en Salmo 37:9 donde dice: "Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra."

Para qué ocuparnos nosotros de los malignos o de los que nos ofenden, cuando sabemos que los malignos serán destruidos por Dios. Esto no significa aniquilación de los malignos, sino retribución. Dios lo ha prometido y lo va a cumplir. En cambio, el poner el asunto en la mano de Dios, lo cual se manifiesta en dejar la ira y desechar el enojo, hará que recibamos recompensa de parte de Dios. Los judíos heredarán la tierra que Dios les prometió a sus antepasados, esto ocurrirá en el milenio y los creyentes recibiremos nuestras coronas en el cielo en el Tribunal de Cristo.

La segunda razón para dejar la ira y desechar el enojo es porque Dios no solo  va a destruir a los malignos sino que lo va a hacer pronto.

Salmo 37: 10-11 dice: "Pues de aquí a poco no existirá el malo; observarás su lugar, y no estará allí. Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz"

El maligno no permanecerá para siempre. Será destruido por Dios y esa destrucción es inminente, puede suceder en cualquier momento. En cambio, el que deja la ira y desecha el enojo, o el manso tendrá un doble beneficio que dura por la eternidad. Por un lado heredará la tierra, en el caso de los judíos piadosos y por otro lado, se recreará con abundancia de paz.

Se dice que la violencia engendra violencia. Eso es verdad, pero también la paz engendra paz. Los que dejan la ira y desechan el enojo se recrearán con abundancia de paz. Interesante que los que dejan la ira y desechan el enojo son llamados mansos en este pasaje bíblico. Pues de eso se trata la mansedumbre. Ser manso no significa ser débil. Moisés fue una persona mansa, pero jamás podríamos decir que haya sido débil. Jesús fue una persona mansa, y tampoco podemos decir que haya sido débil. Mansedumbre es la capacidad de mantener el poder bajo control. Una persona que está airada y enojada, sabe que es un volcán a punto de erupcionar, pero si esta persona es mansa, controlará ese poder. ¿De qué manera?. Pues dejando la ira y desechando el enojo y refrenando el impulso para hacer lo malo controlado por la ira.

La tercera razón para dejar la ira y desechar el enojo es porque la maldad que maquina el impío contra el justo se volverá algún día contra el mismo impío.

Salmo 37:12-14 dice: "Maquina el impío contra el justo, y cruje contra él sus dientes; el Señor se reirá de él; porque ve que viene su día. Los impíos desenvainan su espada y entesan su arco, para derribar al pobre y al menesteroso, para matar a los de recto proceder. Su espada entrará en su mismo corazón y su arco será quebrado."

Aquí vemos que el impío toma su tiempo para pensar o maquinar el mal que piensa hacer contra el justo. Mientras piensa y maquina la maldad, cruje contra el justo sus dientes. Esto significa que el impío está totalmente controlado por el odio al justo. Parecería que el impío va a ganar la batalla. Pero con lo que el impío no cuenta es que Jehová, el Señor está de lado del justo. Cuando Jehová mira las maquinaciones del impío en contra del justo, Jehová se ríe, porque Jehová sabe que el impío no se va a salir con la suya, sino que el impío va a ser pronto destruido.

Luego vemos que el impío tiene todo un arsenal para atacar al justo. El impío está listo para desenvainar su espada y entesar su arco. Su idea es derribar al pobre y al menesteroso y matar a los de recto proceder. Pero aquí es donde interviene el Señor en favor del justo con un arsenal infinitamente superior al arsenal que tiene el impío. El resultado de todo esto es como afirma el dicho: Al impío le sale el tiro por la culata. Es como el bumerán que retorna al que lo lanzó. El impío pensó atravesar con la espada al justo, pero resultó que el corazón del impío fue atravesado por la espada del Señor. El impío pensó atravesar con flechas al justo, pero resultó que el impío fue atravesado por las flechas del Señor.

Cuando reconocemos que a nuestro lado está el Señor y que él se ríe de las maquinaciones del impío en contra nuestra, porque sabe que el impío va a ser cortado muy pronto de la tierra mediante el propio mal que diseño contra el justo, no hay razón válida para vivir controlado por la ira y el enojo. Es mejor dejar la ira y desechar el enojo.

A lo mejor, Ud. ha sido gravemente ofendido por alguien gratuitamente. Su pensamiento inicial quizá haya sido de devolver mal por mal. Si este es el caso yo le animo a aplicar lo que Dios dice en su palabra acerca de eso. Deje la ira y deseche el enojo, no ceda al deseo de pagar mal por mal. Ponga el asunto en la mano del Señor, porque él ha dicho que va a destruir al impío y que lo va a hacer pronto y que el impío va a caer algún día en su propia ley.