SALMO 24

Abramos nuestra Biblia en el salmo 24. Según la sobre escritura, este salmo ha sido escrito por David. Junto con los salmos 22 y 23, este salmo completa una trilogía en la cual tenemos al pastor sufriente en el salmo 22, al pastor viviente en el salmo 23 y al pastor reinante en el salmo 24. Proféticamente hablando, el salmo 24 mira hacia el futuro, hacia el glorioso evento que ocurrirá al final de la gran Tribulación. Habrán cesado para entonces los juicios de Dios sobre la tierra y el Señor Jesucristo habrá puesto su pie sobre el Monte de los Olivos, cerca de Jerusalén en su segunda venida. Acto seguido, Cristo iniciará su marcha triunfal hacia Jerusalén para reinar desde allí como Rey de reyes y Señor de señores. Esta será una marcha como jamás el mundo ha sido testigo.

Salmo 24: 1-2 dice: "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos".

Mientras la multitud se va acercando a la ciudad de Jerusalén, se escucha una proclama al unísono, en el sentido que la tierra y todo lo que en ella hay pertenece a Dios. Por tanto Dios tiene todo su derecho de hacer con la tierra y todo lo que en ella hay, lo que a él le plazca y a él le ha placido poner a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores. La razón para esto es porque Cristo es aquel que la fundó sobre los mares. Fue Cristo quien hizo juntar las aguas para formar los mares y descubrir la tierra seca. Fue Cristo quien creó los ríos que bañan la tierra seca. Así que Cristo tiene todo el derecho de reclamar lo que le pertenece y que por miles de años le ha sido negado.

Salmo 24: 3-6 dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación. Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah".

No cualquier persona puede acompañar al Rey en su reinado. Aquí encontramos los requisitos de los que reinarán juntamente con Cristo durante el milenio. Estamos hablando de personas de carne y hueso tanto de Israel como gentiles, quienes han sido redimidos por Cristo Jesús y quienes tendrán el privilegio de subir al templo de Jerusalén para adorar al Rey de reyes.

Los requisitos son cuatro.

Primero, el limpio de manos. Esto hace referencia a las acciones justas y sin reproche.

Segundo, el puro de corazón. Esto tiene que ver con motivos puros, un corazón sincero diríamos hoy en ida.

Tercero, el que no ha elevado su alma a cosas vanas. Esto significa el que tiene sus prioridades en orden, poniendo a Dios como lo más importante en su vida. Es la persona que hace su tesoro en el cielo y no en la tierra.

Cuarto, el que no jura con engaño. Esto es pureza de labios. El que no practica la mentira.

Qué interesante, los que están calificados para adorar a Cristo en el milenio deben ser puros de obras, puros de motivos, puros de alma y puros de labios. Dios no acepta nada que sea menos que esto porque él también es puro en todo sentido. Con esto, ciertamente no estamos diciendo, ni siquiera insinuando, que para estar con Dios en el cielo el ser humano necesita hacer buenas obras. Recuerde que las buenas obras son el resultado del nuevo nacimiento que se produce cuando por la fe recibimos a Cristo como nuestro Salvador. Los que han sido redimidos por Cristo recibirán bendición de Jehová y justicia del Dios de salvación. Esta es una promesa válida para Ud. y para mí, porque hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador. Qué hermoso es pensar que ya somos bendecidos de Jehová y ya somos declarados justos por Jehová. No porque lo merezcamos sino por la fe en Cristo nuestro Salvador. Dios llama a todos para que estén con él, pero no todos responden al llamado, los que responden al llamado acompañarán a Dios para siempre.

Salmo 24: 7-10 dice: "Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quien es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quien es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, el es el Rey de la gloria. Selah".

De una forma muy llamativa, el pasaje nos muestra un diálogo entre el vocero de la marcha y las puertas de Jerusalén, a través de las cuales se entraba a la ciudad. El vocero de la marcha clama a voces diciendo: Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas y entrará el Rey de gloria. Por miles de años, las puertas de Jerusalén han estado desoladas. Llegó el momento de alzar cabeza como se dice en la actualidad. Como si las puertas tuvieran vida, sorprendidas responden al vocero de la marcha diciendo: ¿Quién es este Rey de gloria? La respuesta del vocero de la marcha no se hace esperar. Quizá sorprendido que las puertas no supieran quien está por atravesar por ellas dice: El Rey de gloria es Jehová, el fuerte y valiente. El Rey de gloria es Jehová el poderoso en batalla. Hermosa descripción de Jesús glorificado. Jesús, quien murió fue sepultado, resucitó y ascendió a la gloria, es el Rey de gloria. Él es Jehová, el fuerte y valiente. Su poder y su valor han quedado claramente demostrados cuando él solo enfrentó a los ejércitos mundiales liderados por el Anticristo y los venció en la batalla de Armagedón. Por eso, el vocero de la marcha añade que el Rey de gloria es Jehová el poderoso en batalla. Incidentalmente, note que el Jehová del Antiguo Testamento es Jesús en el Nuevo Testamento. Esto no es extraño, porque el mismo Jesús dijo que lo era. Jesús jamás ocultó el hecho que él es Dios. Pero parece que las puertas de Jerusalén no estaban abriéndose de par en par inmediatamente, y por eso el vocero de la marcha nuevamente clama a viva voz diciendo: Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras puertas eternas y entrará el rey de gloria. La marcha se acercaba a las puertas de la ciudad y era necesario que las puertas se ensanchen para permitir el paso de tan noble caravana. Pero nuevamente las puertas, como si fueran seres vivientes responden diciendo: ¿Quién es este Rey de Gloria? El vocero de la multitud responde: Este Rey de gloria es Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria. En este momento, me imagino yo, que las puertas de Jerusalén se abrieron de par en par y por ellas atravesó el Rey de reyes y sus acompañantes. Me sorprendió que Jesús, el Rey de gloria primero pida que se abran las puertas de la ciudad antes de atravesar por ellas. Lo que pasa es que Jesús nunca obliga a nadie a recibirle, ni siquiera a la ciudad de Jerusalén. Jesús, como un respetuoso huésped primero toca la puerta antes de entrar. Luego cuando el dueño de casa abre la puerta, entonces Jesús entra. Hermoso cuadro de lo que hace Jesús con todos los que van a ser suyos. Nadie llega a ser de Jesús en contra de su propia voluntad.

Jesús tocó mi puerta cuando yo tenía 14 años, y a esa edad yo le abrí la puerta y le recibí como mi Salvador. Esa fue la decisión más importante que yo haya alguna vez tomado. Esa decisión hizo la diferencia entre la vida y la muerte para mí.

Finalizando ya, me gustaría informarle que si Ud. todavía no ha dejado que Jesús entre a su vida, este mismo instante, Jesús está tocando la puerta de su corazón. ¿Cuál va a ser su respuesta? ¿Va a abrir la puerta de su corazón? O Va a dejar a Jesús afuera. Abra la puerta de su corazón y Jesús entrará a su vida para traer perdón de pecados y vida eterna. No haga esperar más al Rey de gloria.