SALMO 1

Si a Ud. le preguntaran ¿Cuál es la clave para hallar la felicidad verdadera? ¿Qué respondería? Para un buen número de personas, la respuesta es: Tener salud, dinero y amor. Se supone que teniendo estas tres cosas, se puede disfrutar de la felicidad verdadera. Pero si existe alguien quien debe saber a ciencia cierta cual es la clave para la felicidad verdadera en el hombre, ése debe ser Dios, porque fue Él quien creó al hombre. Nadie sabe más del hombre que su creador. Así como nadie sabe más sobre una máquina que el que la diseñó. Dejemos por tanto que sea Dios quien nos muestre cuál es la clave para la felicidad verdadera en el hombre.

Para ello, vayamos al primer salmo del libro de los Salmos. Recordemos que el libro de los Salmos es el himnario del pueblo de Israel. Todo himnario tiene su prefacio. El Salmo 1 es el prefacio del libro de los Salmos.

El salmo 1 comienza con estas palabras por demás sugestivas: "Bienaventurado el varón".

La palabra bienaventurado, "esher" en hebreo, se usa a menudo como una interjección con el significado de: bendito, extremadamente feliz, supremamente dichoso. Es decir que el salmista, cuyo nombre es desconocido, nos está hablando justamente de lo que nos interesa saber. Nos está hablando no sólo de cómo el hombre puede ser bendito o extremadamente feliz o supremamente dichoso sino también de a quien cataloga Dios como bendito o extremadamente feliz o supremamente dichoso. Esto es importante porque se pueden dar casos cuando una persona puede pensar que es bendita o extremadamente feliz o supremamente dichosa, pero estar totalmente engañada, porque a los ojos de Dios no es ni bendita, ni extremadamente feliz ni supremamente dichosa. A mi no me interesa hallar la verdadera felicidad a mi modo, sino hallar la verdadera felicidad al modo de Dios. Así que si Ud. quiere ser considerado por Dios como una persona bendita o extremadamente feliz o supremamente dichosa, ponga atención a lo que Dios dice en este Salmo.

Básicamente encontramos dos condiciones fundamentales. La una expresada en términos de negación y la otra expresada en términos de aprobación.

La primera se encuentra en la última parte del versículo 1 y dice así: "que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado."

Esto tiene que ver con un corte total con lo pecaminoso, con lo cuestionable, con lo que es de mal proceder. Notamos en esta condición una progresión descendente que es digna de notarse. El andar en consejo de malos que se refiere básicamente a rodearse de personas malas, eventualmente conduce a andar en camino de pecadores, es decir a practicar lo que hacen los malos, y esto eventualmente conduce a sentarse en la silla de los escarnecedores, lo cual es una referencia a dar cátedra de pecado para que otros aprendan a pecar. Cuidado con las personas o las situaciones con quienes Ud. se asocia. Un popular dicho afirma que "quien con lobos se junta a aullar aprende". De esto justamente nos está hablando la palabra de Dios en este pasaje. Cuando yo fui joven tenía un amigo que se rodeó de gente viciosa a las drogas. Mi amigo no era drogadicto a esas alturas de su vida. No pasó ni medio año y él también ya había caído en el vicio de las drogas. Una vez adentro de ese tenebroso mundo, mi amigo empezó a vender drogas a otros jóvenes. Allí tiene Ud. el camino descendente hacia la maldad. Comenzó con el contacto, que condujo a la práctica y termino en la perfección del delito. Si Ud. no quiere transitar por el tortuoso sendero de pecado corte de raíz sus vínculos con personas de dudosa calidad moral y evite introducirse en situaciones donde los valores morales son despreciados.

La segunda condición para ser considerado por Dios como una persona bendita o extremadamente feliz o supremamente dichosa se encuentra el versículo 2 donde dice: "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche"

Lo que a Ud. le deleita, en algún momento tomará el control de su vida. Por eso es necesario tomar muy en cuenta aquello en lo cual encontramos verdadero deleite. El varón bendecido, el varón extremadamente feliz, el varón supremamente dichoso, no es el que tiene salud, dinero y amor, sino el que se aparta de pecado y como dice este versículo, el que halla su deleite en la palabra de Dios. ¿En qué halla Ud. el deleite supremo de la vida? Puede ser que sea en algo muy legítimo e inclusive inocente, pero si Ud. no halla su deleite en la palabra de Dios, Ud. está impedido de ser bendecido o extremadamente feliz o supremamente dichoso.

¿Cómo puede Ud. saber si está hallando su deleite en la palabra de Dios? La respuesta es muy sencilla. Pregúntese en qué está Ud. meditando de día y de noche. Meditar es una palabra interesante. La meditación es a su alma lo que la digestión es a su cuerpo. Significa asimilar algo. Si Ud. se pasa meditando en su amada o en su fortuna o en su trabajo o en su infortunio, entonces Ud. no puede ser un varón bendito o extremadamente feliz o supremamente dichoso. Pero si Ud. aprovecha cada oportunidad del día para meditar en la palabra de Dios entonces Ud. es un candidato a ser bendito, extremadamente feliz, supremamente dichoso. 

Quizá Ud. que se estará diciendo para sus adentros: Y qué importa si no soy bendito o muy feliz, o dichoso. Total es mi vida y punto. Pero no hay tal porque la Biblia en este Salmo también nos habla de las consecuencias de lo uno y de lo otro. Primero veamos las consecuencias de ser un varón bendecido, un varón extremadamente feliz, un varón supremamente dichoso.

Salmo 1: 3 dice: "Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará"

El salmista usa un símil para ilustrar su punto. Se imagina un árbol plantado junto a un caudaloso río. Este árbol crecerá hacia su madurez. Será verde y lozano. Algún momento dará su fruto y se mantendrá en ese estado por un buen tiempo. Así es el varón bienaventurado. Crecerá hacia la madurez, se verá lozano y lleno de vida, dará el fruto a su tiempo y se mantendrá en ese estado tanto como Dios quiera. Es más, todo lo que hace, prosperará.

¿Pero qué pasará con el varón que quiere se feliz a su manera, despreciando el consejo de Dios?

Salmo 1:4 nos responde diciendo: "No así los malos, que son como tamo que arrebata el viento"

Nuevamente, es por medio de un símil que el salmista nos muestra la consecuencia de no ser bienaventurados. Dice que serán como el rastrojo, como el residuo de una cosecha de trigo, como algo inestable, como algo condenado a deambular donde el viento quiera llevar. ¿Qué quiere Ud. que sea su vida? Un árbol lozano, fuerte y fructífero, o simplemente la paja que queda luego de trillar el trigo.

Finalmente el salmista nos habla del destino final de los varones bienaventurados y de los varones que no son bienaventurados.

Veamos primero el destino final de los varones no bienaventurados.

Salmo 1:5 dice: "Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos".

La Biblia habla mucho de la inminencia de un juicio. En este juicio no se levantarán los malos, esto significa que escucharán el veredicto de condenación. Esto resultará en que los pecadores no tendrán parte en la reunión de los varones bienaventurados. Es horrendo el destino de aquellos que buscan la felicidad a su manera.

Pero ahora veamos el destino final de los varones bienaventurados.

Salmo 1:6 dice: "Porque Jehová conoce el camino de los justos, mas la senda de los malos perecerá"

Jehová conoce y sabe que el camino del varón bienaventurado termina en el cielo. Jehová conoce y sabe también que el camino del varón que no es bienaventurado termina en el infierno, en la muerte eterna.

De modo que, la clave para ser feliz, desde la perspectiva divina no consiste en disfrutar de buena salud y en tener mucho dinero ni en ser como el marinero que tiene en cada puerto un amor. La clave para ser feliz está en alejarse del pecado y acercarse a Dios por medio de su palabra. El punto de partida es un encuentro personal con Cristo Jesús, quien es aquel que nos permite alejarnos del pecado y acercarnos a Dios. Si Ud. ya ha tenido este encuentro, Ud. puede ser bienaventurado, pero si Ud. no ha tenido todavía este encuentro, le animamos que hoy mismo invite a Cristo a ser el Salvador de su vida. Para ello, reconozca que Ud. es pecador, reconozca que está condenado al infierno por su pecado, reconozca que Dios le ama y por eso Dios abrió un camino para que Ud. pueda librarse de terminar en el infierno. Ese camino es Jesús, quien con su muerte pagó el castigo que Ud. merece y con su resurrección garantiza vida eterna para Ud. Si reconoce todo esto, entonces reciba a Cristo como el Salvador de su vida y Ud. estará en el camino hacia ser un varón bendecido, un varón extremadamente feliz, un varón supremamente dichoso.